Magnífico, maravilloso, estupendo, superlativo, conmovedor, emotivo lo que el equipo de Derbez y sus guionistas (y todo el poder adquisitivo que el monstruo de televisa te puede dar) logran, con la que sería, desde este año, la segunda mejor película mexicana de todos los tiempos (nunca mejor que Amores Perros porque lo digital y porque NO, simplemente). 

Derbez sube al ático, abre el viejo baúl de los recuerdos, busca los vetustos videos en VHS del astro rey del cine mexicano (con seguridad volvió a ver “El Bolero de Raquel” del popularísimo Mario Moreno), encuentra una antigua lámpara que tenía también ahí, la frota y nos trae la súper sensacional historia de este, al principio, estrafalario personaje, Valentino Bravo, al que, en un inicio, no se sabe si reírse de él o tenerle lástima; no se sabe si odiarlo o quererlo, pero gracias a la astucia que los guionistas tienen para marcar el tiempo exacto en el cuál meter la escena exacta (valga la redundancia) y mostrarnos la expresión perfecta (que a Derbez le sale con la naturalidad propia de una selva virgen) nos damos cuenta que tenemos la obligación de amar a este tipejo hasta que la pala nos tire la tierra en el pecho.

Debido al esquema que el cuento propone no es recomendable que este texto revele spoilers, de hacerlo se arruinarían los poderosísimos clímax que se pueden ver en esta película, si se ve de una manera correcta (en el cine, por supuesto). No es broma cuando se habla sobre clímax poderosos. Se adivina, en cambio, que hasta podría conmover al más fiero y hasta hace dudar a alguien que sacrificó su sangre a los dioses y les juró que jamás procrearía un hija(o) y le hace pensar en la posibilidad como algo inquietante (hasta ahí, suficiente).

Si lo que quieres es ver personajes que evolucionan cada 10 minutos de cinta digital (horrendamente digital, aunque es una cosa que se olvida con tan sólo dejarse llevar por la historia), si lo que quieres es ver un actor al cual todos conocían pero que nadie sabía quién era, y descubrirlo sin que haya estado cubierto jamás; si lo que quieres es ver a una actriz interpretando un personaje con la frialdad propia de un sicario, pero que luego parece rendirse a la perfecta dirección de un genial Derbez que es capaz de actuar y a la vez dirigir a una niña de 7 años (más talentosa que muchas); y si lo que quieres es ver todo esto dentro de un nivelazo en cuanto a cinematografía se refiere; entonces, aquí hay una película para ti.

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